domingo, 27 de abril de 2008
Mt 26, 31-35 Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas
(Mt 26, 31-35) Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas
[31] Entonces Jesús les dijo: «Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño. [32] Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea». [33] Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás». [34] Jesús le respondió: «Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces». [35] Pedro le dijo: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
(C.I.C 1851) Es precisamente en la Pasión, en la que la misericordia de Cristo vencería, donde el pecado manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traición de Judas tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin embargo, en la hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo (cf. Jn 14, 30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotará inagotable el perdón de nuestros pecados.
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