martes, 15 de abril de 2008

Mt 19, 22-26 Difícilmente un rico entrará en el Reino

(Mt 19, 22-26) Difícilmente un rico entrará en el Reino
[22] Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes. [23] Jesús dijo entonces a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. [24] Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». [25] Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?». [26] Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible».
(C.I.C 222) Creer en Dios, el Unico, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida. (C.I.C 226) Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el Único, nos lleva a usar de todo lo que no es Él en la medida en que nos acerca a Él, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta de Él (cf. Mt 5,29-30; 16, 24; 19,23-24): “¡Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti! ¡Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti! ¡Señor mío y Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a ti« (S. Nicolás de Flüe, Bruder-Klausen-Gebet). (C.I.C 276) Fiel al testimonio de la Escritura, la Iglesia dirige con frecuencia su oración al "Dios todopoderoso y eterno" ("omnipotens sempiterne Deus..."), creyendo firmemente que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37; cf. Gn 18,14; Mt 19,26). (C.I.C 1058) La Iglesia ruega para que nadie se pierda: "Jamás permitas […] Señor, que me separe de ti" (Oración antes de la Comunión, 132: Misal Romano) Si bien es verdad que nadie puede salvarse a sí mismo, también es cierto que "Dios quiere que todos los hombres se salven" (1Tm 2, 4) y que para El "todo es posible" (Mt 19, 26). (C.I.C 268) De todos los atributos divinos, sólo la omnipotencia de Dios es nombrada en el Símbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que esa omnipotencia es universal, porque Dios, que ha creado todo (cf. Gn 1,1; Jn 1,3), rige todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es nuestro Padre (cf. Mt 6,9); es misteriosa, porque sólo la fe puede descubrirla cuando "se manifiesta en la debilidad" (2Co 12,9; cf. 1Co 1,18).

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