lunes, 7 de abril de 2008
Mt 16, 1-4 No se le dará otro signo que el de Jonás
Mateo16
(Mt 16, 1-4) No se le dará otro signo que el de Jonás[1] Los fariseos y los saduceos se acercaron a él y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les hiciera ver un signo del cielo. [2] Él les respondió: «Al atardecer, ustedes dicen: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojo como el fuego”. [3] Y de madrugada, dicen: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo está rojo oscuro”. ¡De manera que saben interpretar el aspecto del cielo, pero no los signos de los tiempos! [4] Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro signo que el de Jonás». Y en seguida los dejó y se fue.
(C.I.C 1146) Signos del mundo de los hombres. En la vida humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a través de signos y de símbolos materiales. Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios. (C.I.C 516) Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: "Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14, 9), y el Padre: "Este es mi Hijo amado; escuchadle" (Lc 9, 35). Nuestro Señor, al haberse hecho para cumplir la voluntad del Padre (cf. Hb 10,5-7), nos "manifestó el amor que nos tiene" (1Jn 4,9) inclusos con los rasgos más sencillos de sus misterios.
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