domingo, 13 de abril de 2008

Mt 19, 1-6 El hombre no separe lo que Dios ha unido

Mateo 19
(Mt 19, 1-6) El hombre no separe lo que Dios ha unido

[1] Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. [2] Lo siguió una gran multitud y allí curó a los enfermos. [3] Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?». [4] Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; [5] y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? [6] De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
(C.I.C 2364) El matrimonio constituye una ‘íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias’. Esta comunidad ‘se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable’ (Gaudium et spes, 48). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (cf. CIC canon 1056). ‘Lo que Dios unió […], no lo separe el hombre’ (Mc 10, 9; cf. Mt 19, 1-12; 1Co 7, 10-11). (C.I.C 2382) El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble (cf. Mt 5, 31-32; 19, 3-9; Mc 10, 9; Lc 16, 18; 1Co 7, 10-11), y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua (cf. Mt 19, 7-9). Entre bautizados católicos, ‘el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte’ (CIC canon 1141).

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