[3] Cuando llegó al monte de los Olivos, Jesús se sentó y sus discípulos le preguntaron en privado: «¿Cuándo sucederá esto y cuál será la señal de tu Venida y del fin del mundo?». [4] Él les respondió: «Tengan cuidado de que no los engañen, [5] porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. [6] Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; no se alarmen: todo esto debe suceder, pero todavía no será el fin. [7] En efecto, se levantará nación contra nación y reino contra reino. En muchas partes habrá hambre y terremotos. [8] Todo esto no será más que el comienzo de los dolores del parto. [9] Ustedes serán entregados a la tribulación y a la muerte, y serán odiados por todas las naciones a causa de mi Nombre. [10] Entonces muchos sucumbirán; se traicionarán y se odiarán los unos a los otros.
martes, 22 de abril de 2008
Mt 24, 3-10 Tengan cuidado de que no los engañen
(Mt 24, 3-10) Tengan cuidado de que no los engañen
[3] Cuando llegó al monte de los Olivos, Jesús se sentó y sus discípulos le preguntaron en privado: «¿Cuándo sucederá esto y cuál será la señal de tu Venida y del fin del mundo?». [4] Él les respondió: «Tengan cuidado de que no los engañen, [5] porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. [6] Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; no se alarmen: todo esto debe suceder, pero todavía no será el fin. [7] En efecto, se levantará nación contra nación y reino contra reino. En muchas partes habrá hambre y terremotos. [8] Todo esto no será más que el comienzo de los dolores del parto. [9] Ustedes serán entregados a la tribulación y a la muerte, y serán odiados por todas las naciones a causa de mi Nombre. [10] Entonces muchos sucumbirán; se traicionarán y se odiarán los unos a los otros.
[3] Cuando llegó al monte de los Olivos, Jesús se sentó y sus discípulos le preguntaron en privado: «¿Cuándo sucederá esto y cuál será la señal de tu Venida y del fin del mundo?». [4] Él les respondió: «Tengan cuidado de que no los engañen, [5] porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. [6] Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; no se alarmen: todo esto debe suceder, pero todavía no será el fin. [7] En efecto, se levantará nación contra nación y reino contra reino. En muchas partes habrá hambre y terremotos. [8] Todo esto no será más que el comienzo de los dolores del parto. [9] Ustedes serán entregados a la tribulación y a la muerte, y serán odiados por todas las naciones a causa de mi Nombre. [10] Entonces muchos sucumbirán; se traicionarán y se odiarán los unos a los otros.
(C.I.C 675) Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1Jn 2, 18.22).
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