miércoles, 2 de abril de 2008
Mt 13, 36-43 Los justos resplandecerán como el sol
(Mt 13, 36-43) Los justos resplandecerán como el sol
[36] Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». [37] Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; [38] el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, [39] y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. [40] Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. [41] El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, [42] y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. [43] Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
(C.I.C 1021) La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiv a del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.
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