sábado, 5 de abril de 2008

Mt 15, 10-14 Son ciegos que guían a otros ciegos

(Mt 15, 10-14) Son ciegos que guían a otros ciegos
[10] Jesús llamó a la multitud y le dijo: «Escuchen y comprendan. [11] Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella». [12] Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?». [13] Él les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. [14] Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo».
(C.I.C 2517) El corazón es la sede de la personalidad moral: ‘de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones’ (Mt 15, 19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón: “Mantente en la simplicidad, la inocencia y serás como los niños pequeños que ignoran el mal destructor de la vida de los hombres” (Hermas, Pastor 27, 1 (mandatum 2, 1) SC 53, 146). (C.I.C 1849) El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna” (S. Agustín, Contra Faustum manichaeum, 22, 27: PL 42, 418; S. Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, 71, 6).

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