jueves, 10 de abril de 2008
Mt 17, 14-21 Si tuvieran fe nada sería imposible
(Mt 17, 14-21) Si tuvieran fe nada sería imposible
[14] Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, [15] le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. [16] Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar». [17] Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí». [18] Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado. [19] Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?». [20] «Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: “Trasládate de aquí a allá”, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes». [21].
(C.I.C 414) Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios. (C.I.C 392) La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2P 2,4). Esta "caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (1Jn 3,8), "padre de la mentira" (Jn 8,44). (C.I.C 421) "Los fieles cristianos creen que el mundo […] ha sido creado y conservado por el amor del creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno..." (Gaudium et spes, 2). (C.I.C 447) El mismo Jesús se atribuye de forma velada este título cuando discute con los fariseos sobre el sentido del Salmo 110 (cf. Mt 22, 41-46; cf. también Hch 2, 34-36; Hb 1, 13), pero también de manera explícita al dirigirse a sus Apóstoles (cf. Jn 13, 13). A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberanía divina. (C.I.C 409) Esta situación dramática del mundo que "todo entero yace en poder del maligno" (1Jn 5,19; cf. 1P 5,8), hace de la vida del hombre un combate: “A través de toda la historia del hombre se extiend e una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (Gaudium et spes, 37).
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