domingo, 25 de mayo de 2008
Mc 9, 49-50 Que haya sal en ustedes mismos
(Mc 9, 49-50) Que haya sal en ustedes mismos
[49] Porque cada uno será salado por el fuego. [50] La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».
(C.I.C 1034) Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles […] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41). (C.I.C 1789) En todos los casos son aplicables algunas reglas: — Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien. — La ‘regla de oro’: ‘Todo […] cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros’ (Mt 7,12; cf. Lc 6, 31; Tb 4, 15). — La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia: ‘Pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia, pecáis contra Cristo’ (1Co 8,12). ‘Lo bueno es [...] no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad’ (Rm 14, 21).
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