viernes, 16 de mayo de 2008

Mc 6, 26-29 El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza

(Mc 6, 26-29) El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza
[26] El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. [27] En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. [28] El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. [29] Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
(C.I.C 524) Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso que El crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30). (C.I.C 2473) El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. “Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios” (S. Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos, 4, 1).

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