sábado, 31 de mayo de 2008

Mc 11, 15-19 Mi Casa será llamada Casa de oración

(Mc 11, 15-19) Mi Casa será llamada Casa de oración
[15] Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, [16] y prohibió que transportaran cargas por el Templo. [17] Y les enseñaba: «¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones». [18] Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. [19] Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.
(C.I.C 512) Respecto a la vida de Cristo, el Símbolo de la Fe no habla más que de los misterios de la Encarnación (concepción y nacimiento) y de la Pascua (pasión, crucifixión, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión). No dice nada explícitamente de los misterios de la vida oculta y pública de Jesús, pero los artículos de la fe referente a la Encarnación y a la Pascua de Jesús iluminan toda la vida terrena de Cristo. "Todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta el día en que [...] fue llevado al cielo" (Hch 1, 1-2) hay que verlo a la luz de los misterios de Navidad y de Pascua. (C.I.C 576) A los ojos de muchos en Israel, Jesús parece actuar contra las instituciones esenciales del Pueblo elegido: – contra la sumisión a la Ley en la integridad de sus prescripciones escritas, y, para los fariseos, según la interpretación de la tradición oral. – contra el carácter central del Templo de Jerusalén como lugar santo donde Dios habita de una manera privilegiada. – contra la fe en el Dios único, cuya gloria ningún hombre puede compartir. (CCC 584) Jesús subió al Templo como al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El Templo era para él la casa de su Padre, una casa de oración, y se indigna porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21, 13). Si expulsa a los mercaderes del Templo es por celo hacia las cosas de su Padre: "no hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: 'El celo por tu Casa me devorará' (Sal 69, 10)" (Jn 2, 16-17). Después de su Resurrección, los Apóstoles mantuvieron un respeto religioso hacia el Templo (cf. Hch 2, 46; 3, 1; 5, 20. 21; etc.).

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