jueves, 15 de mayo de 2008

Mc 6, 14-18 El rey Herodes oyó hablar de Jesús

(Mc 6, 14-18) El rey Herodes oyó hablar de Jesús
[14] El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos». [15] Otros afirmaban: «Es Elías». Y otros: «Es un profeta como los antiguos». [16] Pero Herodes, al oír todo esto, decía: «Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado» [17] Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. [18] Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano».
(C.I.C 1639) El consentimiento por el que los esposos se dan y se reciben mutuamente es sellado por el mismo Dios (cf. Mc 10,9). De su alianza "nace una institución estable por ordenación divina, también ante la sociedad" (Gaudium et spes, 48). La alianza de los esposos está integrada en la alianza de Dios con los hombres: "el auténtico amor conyugal es asumido en el amor divino" (Gaudium et spes, 48). (C.I.C 1645) "La unidad del matrimonio, confirmada por el Señor, aparece ampliamente en la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y al varón en el mutuo y pleno amor" (Gaudium et spes, 49). La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y otro y al amor conyugal que es único y exclusivo (Familiaris consortio, 19). (C.I.C 1646) El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. "Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, así como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad" (Gaudium et spes, 48).

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