miércoles, 28 de mayo de 2008

Mc 10, 28-30 Recibirá el ciento por uno y la Vida eterna

(Mc 10, 28-30) Recibirá el ciento por uno y la Vida eterna
[28] Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». [29] Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, [30] desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
(C.I.C 1618) Cristo es el centro de toda vida cristiana. El vínculo con El ocupa el primer lugar entre todos los demás vínculos, familiares o sociales (cf. Lc 14,26; Mc 10,28-31). Desde los comienzos de la Iglesia ha habido hombres y mujeres que han renunciado al gran bien del matrimonio para seguir al Cordero dondequiera que vaya (cf. Ap 14,4), para ocuparse de las cosas del Señor, para tratar de agradarle (cf. 1Co 7,32), para ir al encuentro del Esposo que viene (cf. Mt 25,6). Cristo mismo invitó a algunos a seguirle en este modo de vida del que El es el modelo: “Hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda” (Mt 19,12). (C.I.C 1619) La virginidad por el Reino de los Cielos es un desarrollo de la gracia bautismal, un signo poderoso de la preeminencia del vínculo con Cristo, de la ardiente espera de su retorno, un signo que recuerda también que el matrimonio es una realidad que manifiesta el carácter pasajero de este mundo (cf. 1Co 7,31; Mc 12,25).

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