lunes, 12 de mayo de 2008
Mc 4, 26-29 La semilla germina y va creciendo
(Mc 4, 26-29) La semilla germina y va creciendo
[26] Y decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: [27] sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. [28] La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. [29] Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».
(C.I.C 543) Todos los hombres están llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10, 5-7), este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8, 11; 28, 19). Para entrar en él, es necesario acoger la palabra de Jesús: “La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega” (Lumen Gentium 5). (C.I.C 1228) El Bautismo es, pues, un baño de agua en el que la "semilla incorruptible" de la Palabra de Dios produce su efecto vivificador (cf. 1P 1,23; Ef 5,26). S. Agustín dirá del Bautismo: Accedit verbum ad elementum, et fit sacramentum ("Se une la palabra a la materia, y se hace el sacramento", S. Agustín, In Iohannis evangelium tractatus, 80,3: PL 35, 1840).
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