miércoles, 7 de mayo de 2008
Mc 2, 18-22 ¡A vino nuevo, odres nuevos!
(Mc 2, 18-22) ¡A vino nuevo, odres nuevos!
[18] Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?». [19] Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. [20] Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. [21] Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. [22] Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!».
(C.I.C 1969) La Ley nueva practica los actos de la religión: la limosna, la oración y el ayuno, ordenándolos al ‘Padre […] que ve en lo secreto’, por oposición al deseo ‘de ser visto por los hombres’ (cf. Mt 6, 1-6; 16-18). Su oración es el Padre Nuestro (Mt 6, 9-13). (C.I.C 1434) La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna (cf. Tb 12, 8; Mt 6,1-18), que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (cf. St 5, 20), la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1P 4, 8).
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