lunes, 12 de mayo de 2008
Mc 4, 30-34 Con muchas parábolas anunciaba la Palabra
(Mc 4, 30-34) Con muchas parábolas anunciaba la Palabra
[30] También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? [31] Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, [32] pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra». [33] Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. [34] No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
(C.I.C 1147) Dios habla al hombre a través de la creación visible. El cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea en él las huellas de su Creador (cf. Sb 13,1; Rm 1,19-20; Hch 14,17). La luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad. (C.I.C 1151) Signos asumidos por Cristo. En su predicación, el Señor Jesús se sirve con frecuencia de los signos de la Creación para dar a conocer los misterios el Reino de Dios (cf. Lc 8,10). Realiza sus curaciones o subraya su predicación por medio de signos materiales o gestos simbólicos (cf. Jn 9,6; Mc 7,33-35; 8,22-25). Da un sentido nuevo a los hechos y a los signos de la Antigua Alianza, sobre todo al Exodo y a la Pascua (cf. Lc 9,31; 22,7-20), porque él mismo es el sentido de todos esos signos.
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