martes, 6 de mayo de 2008

Mc 1, 29-34 Jesús curó a muchos enfermos

(Mc 1, 29-34) Jesús curó a muchos enfermos
[29] Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. [30] La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. [31] Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. [32] Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, [33] y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. [34] Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.
(C.I.C 1503) La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (cf. Mt 4,24) son un signo maravilloso de que "Dios ha visitado a su pueblo" (cf. Lc 7,16) y de que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecados (cf. Mc 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan (cf. Mc 2,17). Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: "Estuve enfermo y me visitasteis" (Mt 25,36). Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren.

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