martes, 6 de mayo de 2008

Mc 1, 35-39 Y fue predicando en las sinagogas

(Mc 1, 35-39) Y fue predicando en las sinagogas
[35] Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. [36] Simón salió a buscarlo con sus compañeros, [37] y cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando». [38] Él les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido». [39] Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.
(C.I.C 2602) Jesús se retira con frecuencia a un lugar apartado, en la soledad, en la montaña, con preferencia durante la noche, para orar (cf. Mc 1, 35; 6, 46; Lc 5, 16). Lleva a los hombres en su oración, ya que también asume la humanidad en su Encarnación, y los ofrece al Padre, ofreciéndose a sí mismo. El, el Verbo que ha "asumido la carne", comparte en su oración humana todo lo que viven "sus hermanos" (Hb 2, 12); comparte sus debilidades para librarlos de ellas (cf. Hb 2, 15; 4, 15). Para eso le ha enviado el Padre. Sus palabras y sus obras aparecen entonces como la manifestación visible de su oración "en lo secreto".

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