miércoles, 27 de mayo de 2009

Rm 1, 21a Conocido a Dios, no lo glorificaron

(Rm 1, 21a) Conocido a Dios, no lo glorificaron
[21] en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde.
(C.I.C 2123) ‘Muchos […] de nuestros contemporáneos no perciben de ninguna manera esta unión íntima y vital con Dios o la rechazan explícitamente, hasta tal punto que el ateísmo debe ser considerado entre los problemas más graves de esta época’ (Gaudium et spes, 19). (C.I.C 2124) El nombre de ateísmo abarca fenómenos muy diversos. Una forma frecuente del mismo es el materialismo práctico, que limita sus necesidades y sus ambiciones al espacio y al tiempo. El humanismo ateo considera falsamente que el hombre es ‘el fin de sí mismo, el artífice y demiurgo único de su propia historia’ (Gaudium et spes, 20). Otra forma del ateísmo contemporáneo espera la liberación del hombre de una liberación económica y social para la que ‘la religión, por su propia naturaleza, constituiría un obstáculo, porque, al orientar la esperanza del hombre hacia una vida futura ilusoria, lo apartaría de la construcción de la ciudad terrena’ (Gaudium et spes, 20). (C.I.C 2125) En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el ateísmo es un pecado contra la virtud de la religión (Cf. Rm 1, 18). La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias. En la génesis y difusión del ateísmo ‘puede corresponder a los creyentes una parte no pequeña; en cuanto que, por descuido en la educación para la fe, por una exposición falsificada de la doctrina, o también por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de la religión, más que revelarlo’ (Gaudium et spes, 19).

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