[24] Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios. [25] Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme. [26] Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes. [27] Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios. [28] Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre.
sábado, 2 de mayo de 2009
Hch 20, 24-28 Velen por ustedes, y por todo el rebaño
(Hch 20, 24-28) Velen por ustedes, y por todo el rebaño
[24] Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios. [25] Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme. [26] Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes. [27] Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios. [28] Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre.
[24] Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios. [25] Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme. [26] Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes. [27] Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios. [28] Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre.
(C.I.C 1562) "Cristo, a quien el Padre santificó y envió al mundo, hizo a los obispos partícipes de su misma consagración y misión por medio de los Apóstoles de los cuales son sucesores. Estos han confiado legítimamente la función de su ministerio en diversos grados a diversos sujetos en la Iglesia" (Lumen gentium, 28). "La función ministerial de los obispos, en grado subordinado, fue encomendada a los presbíteros para que, constituidos en el orden del presbiterado, fueran los colaboradores del orden episcopal para realizar adecuadamente la misión apostólica confiada por Cristo" (Presbiterorum Ordinis, 2). (C.I.C 1564) "Los presbíteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los obispos en el ejercicio de sus potestad, sin embargo están unidos a éstos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y para celebrar el culto divino" (Lumen gentium, 28). (C.I.C 1565) En virtud del sacramento del Orden, los presbíteros participan de la universalidad de la misión confiada por Cristo a los Apóstoles. El don espiritual que recibieron en la ordenación los prepara, no para una misión limitada y restringida, "sino para una misión amplísima y universal de salvación “hasta los extremos del mundo” (Hch 1, 8; Presbyterorum ordinis, 10), "dispuestos a predicar el evangelio por todas partes" (Optatam totius, 20).
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