miércoles, 6 de mayo de 2009

Hch 22, 1-5 Perseguí a los que seguían este Camino

Hechos 22
(Hch 22, 1-5) Perseguí a los que seguían este Camino
[1] «Hermanos y padres, les dijo, escuchen lo que hoy les voy a decir en mi defensa». [2] Al oír que hablaba en hebreo, el silencio se hizo aún más profundo. Pablo prosiguió: [3] «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. [4] Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; [5] el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados.
(C.I.C 2542) “La Ley confiada a Israel nunca fue suficiente para justificar a los que le estaban sometidos; incluso vino a ser instrumento de la ‘concupiscencia’ (cf. Rm 7, 7). La inadecuación entre el querer y el hacer (cf. Rm 7,10) manifiesta el conflicto entre la ‘ley de Dios’, que es la ‘ley de la razón’, y la otra ley que ‘me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros’ (Rm 7, 23). (C.I.C 530) La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: "Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron"(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la comparten con él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Exodo (cf. Os 11, 1) y presenta a Jesús como el liberador definitivo.

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