lunes, 4 de mayo de 2009

Hch 21, 9-17 «Que se haga la voluntad del Señor»

(Hch 21, 9-17) «Que se haga la voluntad del Señor»
[9] El tenía cuatro hijas solteras que profetizaban. [10] Permanecimos allí muchos días, y durante nuestra estadía, bajó de Judea un profeta llamado Agabo. [11] Este vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él los pies y las manos, y dijo: «El Espíritu Santo dice: Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinturón y lo entregarán a los paganos». [12] Al oír estas palabras, los hermanos del lugar y nosotros mismos rogamos a Pablo que no subiera a Jerusalén. [13] Pablo respondió: «¿Por qué lloran así y destrozan mi corazón? Yo estoy dispuesto, no solamente a dejarme encadenar, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús». [14] Y como no conseguíamos persuadirlo, no insistimos más y dijimos: «Que se haga la voluntad del Señor». [15] Algunos días después, terminados nuestros preparativos, subimos a Jerusalén. [16] Iban con nosotros algunos discípulos de Cesarea, que nos hicieron alojar en casa de un tal Mnasón de Chipre, un discípulo de la primera hora. [17] Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con alegría.
(C.I.C 217) Dios es también verdadero cuando se revela: La enseñanza que viene de Dios es "una Ley de verdad" (Ml 2,6). Cuando envíe su Hijo al mundo, será para "dar testimonio de la Verdad" (Jn 18,37): "Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero" (1Jn 5,20; cf. Jn 17,3). (C.I.C 2826) Por la oración, podemos "discernir cuál es la voluntad de Dios" (cf. Rm 12, 2; Ef 5, 17) y obtener "constancia para cumplirla" (cf. Hb 10, 36). Jesús nos enseña que se entra en el Reino de los cielos, no mediante palabras, sino "haciendo la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt 7, 21).

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