jueves, 7 de mayo de 2009

Hch 22, 14-20 Levántate, recibe el bautismo y purifícate

(Hch 22, 14-20) Levántate, recibe el bautismo y purifícate
[14] Él siguió diciendo: “El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, [15] porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. [16] Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre”. [17] De vuelta a Jerusalén, mientras oraba en el Templo, caí en éxtasis [18] y vi al Señor que me decía: “Aléjate rápidamente de Jerusalén, porque ellos no recibirán el testimonio que tú darás de mí”. [19] Entonces respondí: “Ellos saben, Señor, que yo iba de una sinagoga a otra para encarcelar y azotar a los que creen en ti. [20] Y saben que cuando derramaban la sangre de Esteban, tu testigo, yo también estaba presente, aprobando su muerte y cuidando la ropa de los verdugos”.
(C.I.C 1216) "Este baño es llamado iluminación porque quienes reciben esta enseñanza (catequética) su espíritu es iluminado" (San Justino, Apología 1, 61: PG 6, 421). Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, "la luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1,9), el bautizado, "tras haber sido iluminado" (Hb 10,32), se convierte en "hijo de la luz" (1 Ts 5,5), y en "luz" él mismo (Ef 5,8): El Bautismo “es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque, es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40, 3-4: PG 36, 361-364).

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