domingo, 31 de mayo de 2015
447. ¿Cómo se respeta la santidad del Nombre de Dios? (Primera parte)
(Compendio 447) Se respeta la santidad del Nombre de Dios
invocándolo, bendiciéndole, alabándole y glorificándole. Ha de evitarse, por
tanto, el abuso de apelar al Nombre de Dios para justificar un crimen, y todo
uso inconveniente de su Nombre, como la blasfemia, que por su misma naturaleza
es un pecado grave; la imprecación y la infidelidad a las promesas hechas en
nombre de Dios.
Resumen
(C.I.C 2160) ‘Señor, Dios Nuestro, ¡qué admirable es tu
nombre por toda la tierra!’ (Sal 8, 2). (C.I.C 2161) El segundo mandamiento
prescribe respetar el nombre del Señor. El nombre del Señor es santo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2142) El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor. Pertenece, como el primer
mandamiento, a la virtud de la religión y regula más particularmente el uso de
nuestra palabra en las cosas santas. (C.I.C 2143) Entre todas las palabras de
la revelación hay una, singular, que es la revelación de su Nombre. Dios confía
su Nombre a los que creen en Él; se revela a
ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la
confidencia y la intimidad. ‘El nombre del Señor es santo’. Por eso el hombre
no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de
adoración amorosa (Cf. Za 2, 17). No lo empleará en sus propias palabras, sino
para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo (Cf. Sal 29, 2; 96, 2; 113, 1-2).
Para la reflexión
(C.I.C 2144) La deferencia respecto a su Nombre expresa la
que es debida al misterio de Dios mismo y a toda la realidad sagrada que evoca.
El sentido de lo sagrado pertenece a
la virtud de la religión: “Los sentimientos de temor y de ‘lo sagrado’ ¿son
sentimientos cristianos o no? […] Nadie puede dudar razonablemente de ello. Son
los sentimientos que tendríamos, y en un grado intenso, si tuviésemos la visión
del Dios soberano. Son los sentimientos que tendríamos si verificásemos su
presencia. En la medida en que creemos que está presente, debemos tenerlos. No
tenerlos es no verificar, no creer que está presente”. (Newman, Parochial and Plain Sermons, v. 5, Sermon 2 [Reverence, a Belief in God’s Presence], p. 21-22). (C.I.C 2145) El
fiel cristiano debe dar testimonio del nombre del Señor confesando su fe sin
ceder al temor (Cf. Mt 10, 32; 1Tm 6, 12). La predicación y la catequesis deben
estar penetradas de adoración y de respeto hacia el nombre de Nuestro Señor
Jesucristo. (Continua)
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