domingo, 24 de mayo de 2015
445. ¿Qué es lo que Dios prohíbe cuando manda: «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Ex 20, 2)? (Primera parte)
(Compendio 445) Con el mandamiento «No tendrás otro Dios
fuera de mí» se prohíbe: el politeísmo y
la idolatría, que diviniza a una criatura, el poder, el dinero, incluso al
demonio; la superstición, que es una desviación del culto debido al Dios
verdadero, y que se expresa también bajo las formas de adivinación, magia,
brujería y espiritismo; la irreligión, que se manifiesta en tentar a Dios con
palabras o hechos; en el sacrilegio, que profana a las personas y las cosas
sagradas, sobre todo la Eucaristía; en la simonía, que intenta comprar o vender
realidades espirituales; el ateísmo, que rechaza la existencia de Dios,
apoyándose frecuentemente en una falsa concepción de la autonomía humana; el
agnosticismo, según el cual, nada se puede saber sobre Dios, y que abarca el
indiferentismo y el ateísmo práctico.
Resumen
(C.I.C 2138) La superstición es una desviación del culto que
debemos al verdadero Dios, la cual conduce a la idolatría y a distintas formas
de adivinación y de magia.”
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2110) El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses
distintos del Unico Señor que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la
superstición y la irreligión. La superstición representa en cierta manera una
perversión, por exceso, de la religión. La irreligión es un vicio opuesto por
defecto a la virtud de la religión. (C.I.C 2111) La superstición es la
desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede
afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se
atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra
parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de
las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones
interiores que exigen, es caer en la superstición (Cf. Mt 23, 16-22).
Para la reflexión
(C.I.C 2112) El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en
otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único
Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los ‘ídolos, oro y
plata, obra de las manos de los hombres’, que ‘tienen boca y no hablan, ojos y
no ven’. Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: ‘Como ellos serán
los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza’ (Sal 115, 4-5. 8; cf.
Is 44, 9-20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15. 19). Dios, por el
contrario, es el ‘Dios vivo’ (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e
interviene en la historia. (Continua)
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