lunes, 25 de mayo de 2015
445. ¿Qué es lo que Dios prohíbe cuando manda: «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Ex 20, 2)? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 445 - repetición) Con el
mandamiento «No tendrás otro Dios fuera de mí» se prohíbe: el politeísmo y la idolatría, que diviniza a
una criatura, el poder, el dinero, incluso al demonio; la superstición, que es
una desviación del culto debido al Dios verdadero, y que se expresa también
bajo las formas de adivinación, magia, brujería y espiritismo; la irreligión,
que se manifiesta en tentar a Dios con palabras o hechos; en el sacrilegio, que
profana a las personas y las cosas sagradas, sobre todo la Eucaristía; en la
simonía, que intenta comprar o vender realidades espirituales; el ateísmo, que
rechaza la existencia de Dios, apoyándose frecuentemente en una falsa
concepción de la autonomía humana; el agnosticismo, según el cual, nada se
puede saber sobre Dios, y que abarca el indiferentismo y el ateísmo práctico.
Resumen
(C.I.C 2139) La acción de tentar a Dios de palabra o de
obra, el sacrilegio y la simonía son pecados de irreligión, prohibidos por el
primer mandamiento. (C.I.C 2140) El ateísmo, en cuanto niega o rechaza la
existencia de Dios, es un pecado contra el primer mandamiento.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2113) La idolatría no se refiere sólo a los cultos
falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en
divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre
honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de
demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los
antepasados, del Estado, del dinero, etc. ‘No podéis servir a Dios y al
dinero’, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a
‘la Bestia’ (Cf. Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría
rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión
divina divina (Cf. Ga 5, 20; Ef 5, 5).
Para la reflexión
(C.I.C 2114) La vida humana se unifica en la adoración del
Dios Único. El mandamiento de adorar al único Señor da unidad al hombre y lo
salva de una dispersión infinita. La idolatría es una perversión del sentido
religioso innato en el hombre. El idólatra es el que ‘aplica a cualquier cosa,
en lugar de a Dios, la indestructible noción de Dios’ (Orígenes, Contra Celsum, 2, 40: PG 11, 161). (Continua)
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