lunes, 18 de mayo de 2015
443. ¿Qué comporta la Palabra del Señor: «Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo darás culto» (Mt 4, 10)? (Primera parte)
(Compendio 443) Las palabras «adorarás al Señor tu Dios y
a Él sólo darás culto» suponen adorar a Dios como Señor de todo cuanto existe;
rendirle el culto debido individual y comunitariamente; rezarle con expresiones
de alabanza, de acción de gracias y de súplica; ofrecerle sacrificios, sobre
todo el espiritual de nuestra vida, unido al sacrificio perfecto de Cristo;
mantener las promesas y votos que se le hacen.
Resumen
(C.I.C 2135) ‘Al Señor tu Dios adorarás’ (Mt 4, 10). Adorar
a Dios, orar a El, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas
y los votos que se le han hecho, son todos ellos actos de la virtud de la
religión que constituyen la obediencia al primer mandamiento. (C.I.C 2136) El
deber de dar a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y
socialmente considerado.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2095) “Las virtudes teologales de la fe, la esperanza
y la caridad, informan y vivifican las virtudes morales. Así, la caridad nos
lleva a dar a Dios lo que en toda justicia le debemos en cuanto criaturas. La virtud de la religión nos dispone a esta
actitud. (C.I.C 2096) La adoración es el primer acto de la virtud de la
religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador,
Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso.
‘Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto’ (Lc 4, 8), dice Jesús
citando el Deuteronomio (6, 13).
Para la reflexión
(C.I.C 2097) Adorar a Dios es reconocer, con respeto y
sumisión absolutos, la ‘nada de la criatura’, que sólo existe por Dios. Adorar
a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el
Magnificat, confesando con gratitud que El ha hecho grandes cosas y que su
nombre es santo (Cf. Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único libera al hombre
del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del
mundo. (C.I.C 2098) Los actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento
se realizan en la oración. La elevación del espíritu hacia Dios es una
expresión de nuestra adoración a Dios: oración de alabanza y de acción de
gracias, de intercesión y de súplica. La oración es una condición indispensable
para poder obedecer los mandamientos de Dios. “Es preciso orar siempre sin
desfallecer” (Lc 18, 1). (Continua)
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