sábado, 16 de mayo de 2015

442. ¿Qué implica la afirmación de Dios: «Yo soy el Señor tu Dios» (Ex 20, 20)? (Tercera parte - continuación)



442. ¿Qué implica la afirmación de Dios: «Yo soy el Señor tu Dios» (Ex 20, 20)? (Tercera parte - continuación)  


(Compendio 442 - repetición) La afirmación: «Yo soy el Señor tu Dios» implica para el fiel guardar y poner en práctica las tres virtudes teologales, y evitar los pecados que se oponen a ellas. La fe cree en Dios y rechaza todo lo que le es contrario, como, por ejemplo, la duda voluntaria, la incredulidad, la herejía, la apostasía y el cisma. La esperanza aguarda confiadamente la bienaventurada visión de Dios y su ayuda, evitando la desesperación y la presunción. La caridad ama a Dios sobre todas las cosas y rechaza la indiferencia, la ingratitud, la tibieza, la pereza o indolencia espiritual y el odio a Dios, que nace del orgullo.

Resumen

(C.I.C 2133) ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas’ (Dt 6, 59).    

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 2088) El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe: La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia propone creer. La duda involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta. Si la duda se fomenta deliberadamente, puede conducir a la ceguera del espíritu. (C.I.C 2089) La incredulidad es el menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle asentimiento. ‘Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos’ (CIC canon 751).     

Para la reflexión

(C.I.C 2090) Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y de provocar su castigo.  (Continua)

(Continua la pregunta: ¿Qué implica la afirmación de Dios: «Yo soy el Señor tu Dios» (Ex 20, 20)?)

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