viernes, 15 de mayo de 2015
442. ¿Qué implica la afirmación de Dios: «Yo soy el Señor tu Dios» (Ex 20, 20)? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 442 - repetición) La
afirmación: «Yo soy el Señor tu Dios» implica para el fiel guardar y poner en
práctica las tres virtudes teologales, y evitar los pecados que se oponen a
ellas. La fe cree en Dios y rechaza todo lo que le es contrario, como, por
ejemplo, la duda voluntaria, la incredulidad, la herejía, la apostasía y el
cisma. La esperanza aguarda confiadamente la bienaventurada visión de Dios y su
ayuda, evitando la desesperación y la presunción. La caridad ama a Dios sobre
todas las cosas y rechaza la indiferencia, la ingratitud, la tibieza, la pereza
o indolencia espiritual y el odio a Dios, que nace del orgullo.
Resumen
(C.I.C 2133) ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas’ (Dt 6, 59). (C.I.C 2134) El primer
mandamiento llama al hombre para que crea en Dios, espere en Él y lo ame sobre
todas las cosas.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2086) “El primero de los preceptos abarca la fe, la
esperanza y la caridad. En efecto, quien dice Dios, dice un ser constante,
inmutable, siempre el mismo, fiel, perfectamente justo. De ahí se sigue que
nosotros debemos necesariamente aceptar sus Palabras y tener en Él una fe y una confianza completas. Él es todopoderoso, clemente, infinitamente
inclinado a hacer el bien. ¿Quién podría no poner en él todas sus esperanzas?
¿Y quién podrá no amarlo contemplando todos los tesoros de bondad y de ternura
que ha derramado en nosotros? De ahí esa fórmula que Dios emplea en la Sagrada
Escritura tanto al comienzo como al final de sus preceptos: ‘Yo soy el Señor’” (Catecismo Romano, 3, 2, 4).
Para la reflexión
(C.I.C 2087) Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en
Dios que nos revela su amor. San Pablo habla de la ‘obediencia de la fe’ (Rm 1,
5; 16, 26) como de la primera obligación. Hace ver en el ‘desconocimiento de
Dios’ el principio y la explicación de todas las desviaciones morales (Cf. Rm 1,
18-32). Nuestro deber para con Dios es creer en Él
y dar testimonio de Él. (Continua)
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