domingo, 3 de mayo de 2015

432. ¿Cuáles son los preceptos de la Iglesia? (Segunda parte - continuación)



432. ¿Cuáles son los preceptos de la Iglesia? (Segunda parte - continuación) 


(Compendio 432 - repetición) Los preceptos de la Iglesia son cinco: 1) Participar en la Misa todos los domingos y fiestas de guardar, y no realizar trabajos y actividades que puedan impedir la santificación de estos días. 2) Confesar los propios pecados, mediante el sacramento de la Reconciliación al menos una vez al año. 3) Recibir el sacramento de la Eucaristía al menos en Pascua.  4) Abstenerse de comer carne y observar el ayuno en los días establecidos por la Iglesia.  5) Ayudar a la Iglesia en sus necesidades materiales, cada uno según sus posibilidades.

Resumen

(C.I.C 2048) Los mandamientos de la Iglesia se refieren a la vida moral y cristiana, unida a la liturgia, y que se alimenta de ella.   

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 2043) El cuarto mandamiento (ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón (Cf. CIC cánones 1249-1251; CCEO canon 882). El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades) enuncia que los fieles están además obligados a ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (Cf. CIC canon 222; CCEO canon 882. La Conferencias Episcopales pueden además establecer determinados preceptos para su proprio terrotprio; cf. CIC canon 455).    

Para la reflexión

(C.I.C 1438) Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf. Sacrosanctum Concilium, 109-110; CIC cánones 1249-1253; CCEO cánones 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras). (C.I.C 1351) Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (cf. 1Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf. 2Co 8,9): “Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que están en necesidad” (San Justino, Apologia, 1, 67: PG 6, 429). [Fin

(Siguiente pregunta: ¿Por qué la vida moral de los cristianos es indispensable para el anuncio del Evangelio?)

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