domingo, 10 de mayo de 2015
438. ¿Qué importancia da la Iglesia al Decálogo?
(Compendio 438) Fiel a la Escritura y siguiendo el
ejemplo de Jesús, la Iglesia ha reconocido en el Decálogo una importancia y un
significado fundamentales. Los cristianos están obligados a observarlo.
Resumen
(C.I.C 2078) Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de
Jesús, la Tradición de la Iglesia ha reconocido en el Decálogo una importancia
y una significación primordial.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2064) Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de
Jesús, la Tradición de la Iglesia ha reconocido en el Decálogo una importancia
y una significación primordiales. (C.I.C 2065) Desde san Agustín, los ‘diez
mandamientos’ ocupan un lugar preponderante en la catequesis de los futuros
bautizados y de los fieles. En el siglo XV se tomó la costumbre de expresar los
preceptos del Decálogo en fórmulas rimadas, fáciles de memorizar, y positivas.
Estas fórmulas están todavía en uso hoy. Los catecismos de la Iglesia han
expuesto con frecuencia la moral cristiana siguiendo el orden de los ‘diez
mandamientos’. (C.I.C 2066) La división y numeración de los mandamientos ha
variado en el curso de la historia. El presente catecismo sigue la división de
los mandamientos establecida por san Agustín y que ha llegado a ser tradicional
en la Iglesia católica. Es también la de las confesiones luteranas. Los Padres
griegos hicieron una división algo distinta que se usa en las Iglesias
ortodoxas y las comunidades reformadas.
Para la reflexión
(C.I.C 2067) Los diez mandamientos enuncian las exigencias
del amor de Dios y del prójimo. Los tres primeros se refieren más al amor de
Dios y los otros siete más al amor del prójimo. “Como la caridad comprende dos
preceptos de los que según dice el Señor, penden la ley y los profetas [...]
así los diez preceptos se dividen en dos tablas: tres están escritos en una
tabla y siete en la otra”. (San Agustín, Sermo
33, 2: PL 38, 208). (C.I.C 2068) El Concilio de Trento enseña que los diez
mandamientos obligan a los cristianos y que el hombre justificado está también
obligado a observarlos (Concilio de Trento: DS 1569-1670). Y el Concilio
Vaticano II afirma que: ‘Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, reciben
del Señor [...] la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio
a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el
cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación’ (Lumen gentium, 24).
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