lunes, 26 de enero de 2015
358. ¿Cuál es la raíz de la dignidad de la persona humana? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 358 - repetición) La
dignidad de la persona humana está arraigada en su creación a imagen y
semejanza de Dios. Dotada de alma espiritual e inmortal, de inteligencia y de
voluntad libre, la persona humana está ordenada a Dios y llamada, con alma y
cuerpo, a la bienaventuranza eterna.
Resumen
(C.I.C 1710) “Cristo manifiesta
plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación”
(Gaudium et spes, 22). (C.I.C 1712) La verdadera […] libertad es en el hombre el “signo
eminente de la imagen divina” (Gaudium et
spes, 17). (C.I.C 1715) El que cree en
Cristo tiene la vida nueva en el Espíritu Santo. La vida moral, desarrollada y
madurada en la gracia, alcanza su plenitud en la gloria del cielo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1706) Mediante su razón, el
hombre conoce la voz de Dios que le impulsa “a hacer […] el bien y a evitar el
mal”( Gaudium et spes, 16). Todo
hombre debe seguir esta ley que resuena en la conciencia y que se realiza en el
amor de Dios y del prójimo. El ejercicio de la vida moral proclama la dignidad
de la persona humana. (C.I.C 1707) “El hombre,
persuadido por el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la
historia”(Gaudium et spes, 13).
Sucumbió a la tentación y cometió el mal. Conserva el deseo del bien, pero su
naturaleza lleva la herida del pecado original. Ha quedado inclinado al mal y
sujeto al error. “De ahí que el hombre esté dividido en su interior. Por esto,
toda vida humana, singular o colectiva, aparece como una lucha, ciertamente
dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas” (Gaudium et spes, 13). (C.I.C 1714) El hombre, herido en su naturaleza por el pecado
original, está sujeto al error e inclinado al mal en el ejercicio de su
libertad.
Para la reflexión
(C.I.C 1708) Por su pasión, Cristo
nos libró de Satán y del pecado. Nos mereció la vida nueva en el Espíritu
Santo. Su gracia restaura en nosotros lo que el pecado había deteriorado. (C.I.C
1709) “El que cree en Cristo es hecho hijo de Dios.
Esta adopción filial lo transforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplo
de Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien. En la
unión con su Salvador, el discípulo alcanza la perfección de la caridad, la
santidad. La vida moral, madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la
gloria del cielo. (C.I.C 1713) El hombre debe
seguir la ley moral que le impulsa “a hacer […] el bien y a evitar el mal” (Gaudium et spes, 16). Esta ley resuena
en su conciencia. [Fin]
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