domingo, 25 de enero de 2015
358. ¿Cuál es la raíz de la dignidad de la persona humana? (Primera parte)
(Compendio 358) La dignidad de la persona humana está
arraigada en su creación a imagen y semejanza de Dios. Dotada de alma
espiritual e inmortal, de inteligencia y de voluntad libre, la persona humana
está ordenada a Dios y llamada, con alma y cuerpo, a la bienaventuranza eterna.
Resumen
(C.I.C 1711) Dotada de alma
espiritual, de entendimiento y de voluntad, la persona humana está desde su
concepción ordenada a Dios y destinada a la bienaventuranza eterna. Camina
hacia su perfección en la búsqueda y el amor de la verdad y del bien. (Cf. Gaudium et spes, 15).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1700) La dignidad de la
persona humana está enraizada en su creación a imagen y semejanza de Dios (artículo primero); se realiza en su
vocación a la bienaventuranza divina (artículo
segundo). Corresponde al ser humano llegar libremente a esta realización (artículo tercero). Por sus actos
deliberados (artículo cuarto), la
persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido por Dios y
atestiguado por la conciencia moral (artículo
quinto). Los seres humanos se edifican a sí mismos y crecen desde el
interior: hacen de toda su vida sensible y espiritual un material de su
crecimiento (artículo sexto). Con la
ayuda de la gracia crecen en la virtud (artículo
séptimo), evitan el pecado y, si lo han cometido recurren como el hijo
pródigo (Cf. Lc 15, 11-31) a la misericordia de nuestro Padre del cielo (artículo octavo). Así acceden a la
perfección de la caridad. (C.I.C 1701)
“Cristo, […] en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor,
manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de
su vocación” (Gaudium et spes, 22).
En Cristo, “imagen del Dios invisible” (Col 1,15; Cf. 2Co 4, 4), el hombre ha
sido creado “a imagen y semejanza” del Creador. En Cristo, redentor y salvador,
la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada
en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios (Gaudium et spes, 22).
Para la reflexión
(C.I.C 1702) La imagen divina está
presente en todo hombre. Resplandece en la comunión de las personas a semejanza
de la unión de las personas divinas entre sí (Cf. Capítulo segundo). (C.I.C 1703)
Dotada de un alma “espiritual e inmortal” (Gaudium
et spes, 14), la persona humana es la “única criatura en la tierra a la que
Dios ha amado por sí misma” (Gaudium et
spes, 24). Desde su concepción está destinada a la bienaventuranza eterna.” (C.I.C 1704)
La persona humana participa de la luz y la fuerza del Espíritu divino. Por la
razón es capaz de comprender el orden de las cosas establecido por el Creador.
Por su voluntad es capaz de dirigirse por sí misma a su bien verdadero.
Encuentra su perfección en la búsqueda y el amor de la verdad y del bien (Cf. Gaudium et spes, 15). (C.I.C 1705) En virtud de su alma y de sus potencias espirituales
de entendimiento y de voluntad, el hombre está dotado de libertad, “signo […] eminente
de la imagen divina” (Gaudium et spes,
17). (Continua)
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