sábado, 3 de enero de 2015
341. ¿Qué novedad aporta Cristo al Matrimonio? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 341 - repetición)
Jesucristo no sólo restablece el orden original del Matrimonio querido por
Dios, sino que otorga la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento,
que es el signo del amor esponsal hacia la Iglesia: «Maridos, amad a vuestras
mujeres como Cristo ama a la Iglesia» (Ef 5, 25).
Resumen
(C.I.C 1661) El sacramento del
matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la
gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del
sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad
indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (Cf. Concilio de
Trento: DS 1799).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1615 Esta insistencia, inequívoca, en la
indisolubilidad del vínculo matrimonial pudo causar perplejidad y aparecer como
una exigencia irrealizable (cf Mt
19,10). Sin embargo, Jesús no impuso a los esposos una carga imposible de
llevar y demasiado pesada (cf Mt
11,29-30), más pesada que la Ley de Moisés. Viniendo para restablecer el orden
inicial de la creación perturbado por el pecado, da la fuerza y la gracia para
vivir el matrimonio en la dimensión nueva del Reino de Dios. Siguiendo a
Cristo, renunciando a sí mismos, tomando sobre sí sus cruces (cf Mt 8,34), los esposos podrán
"comprender" (cf Mt 19,11)
el sentido original del matrimonio y vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta
gracia del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de
toda la vida cristiana.
Para la reflexión
(C.I.C 1616) Es lo que el apóstol
Pablo da a entender diciendo: "Maridos, amad a vuestras mujeres como
Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla" (Ef 5,25-26), y añadiendo en seguida: "`Por eso dejará
el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una
sola carne'. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a la
Iglesia" (Ef 5,31-32). (C.I.C 1617) Toda
la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia.
Ya el Bautismo, entrada en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por
así decirlo, como el baño de bodas (cf. Ef 5,26-27) que precede al banquete de
bodas, la Eucaristía. El Matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo
eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo
y comunicación de la gracia, el matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento
de la Nueva Alianza (Cf. Concilio de Trento: DS 1800; CIC canon 1055, 1). [Fin]
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