miércoles, 7 de enero de 2015
344. ¿Qué es el consentimiento matrimonial? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 344 - repetición) El
consentimiento matrimonial es la voluntad, expresada por un hombre y una mujer,
de entregarse mutua y definitivamente, con el fin de vivir una alianza de amor
fiel y fecundo. Puesto que el consentimiento hace el Matrimonio, resulta indispensable
e insustituible. Para que el Matrimonio sea válido el consentimiento debe tener
como objeto el verdadero Matrimonio, y ser un acto humano, consciente y libre,
no determinado por la violencia o la coacción.
Resumen
(C.I.C 1662) El matrimonio se
funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de
darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y
fecundo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1630) El sacerdote (o el
diácono) que asiste a la celebraci ón del matrimonio, recibe el consentimiento
de los esposos en nombre de la Iglesia y da la bendición de la Iglesia. La
presencia del ministro de la Iglesia (y también de los testigos) expresa
visiblemente que el matrimonio es una realidad eclesial. (C.I.C 1631) Por esta razón, la Iglesia exige ordinariamente para
sus fieles la forma eclesiástica de
la celebración del matrimonio (cf. Concilio de
Trento: DS 1813-1816; CIC canon 1108). Varias razones concurren para explicar
esta determinación: — El matrimonio sacramental es un acto litúrgico. Por tanto, es conveniente que sea celebrado en la
liturgia pública de la Iglesia. — El
matrimonio introduce en un ordo eclesial, crea derechos y deberes en la Iglesia
entre los esposos y para con los hijos.
— Por ser el matrimonio un estado de vida en la Iglesia, es preciso que
exista certeza sobre él (de ahí la obligación de tener testigos). — El carácter
público del consentimiento protege el "Sí" una vez dado y ayuda a
permanecer fiel a él.
Para la reflexión
(C.I.C 1632) Para que el
"Sí" de los esposos sea un acto libre y responsable, y para que la
alianza matrimonial tenga fundamentos humanos y cristianos sólidos y estables, la preparación para el matrimonio es de
primera importancia: El ejemplo y la enseñanza dados por los padres y por las
familias son el camino privilegiado de esta preparación. El papel de los
pastores y de la comunidad cristiana como "familia de Dios" es
indispensable para la transmisión de los valores humanos y cristianos del
matrimonio y de la familia (cf. CIC canon 1063), y esto con mayor razón en
nuestra época en la que muchos jóvenes conocen la experiencia de hogares rotos
que ya no aseguran suficientemente esta iniciación: “Los jóvenes deben ser
instruidos adecuada y oportunamente sobre la dignidad, dignidad, tareas y
ejercicio del amor conyugal, sobre todo en el seno de la misma familia, para
que, educados en el cultivo de la castidad, puedan pasar, a la edad
conveniente, de un honesto noviazgo vivido al matrimonio (Gaudium et spes,
49). [Fin]
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