martes, 1 de mayo de 2012
Gn 4,13-15 Mi castigo es demasiado grande
13 Caín respondió al Señor: «Mi castigo es demasiado
grande para poder sobrellevarlo. 14 Hoy me arrojas lejos del suelo fértil; yo
tendré que ocultarme de tu presencia y andar por la tierra errante y vagabundo,
y el primero que me salga al paso me matará». 15 «Si es así, le dijo el Señor,
el que mate a Caín deberá pagarlo siete veces». Y el Señor puso una marca a
Caín, para que al encontrarse con él, nadie se atreviera a matarlo.
(C.I.C 401) Desde
este primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda el mundo: el fratricidio
cometido por Caín en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupción universal, a raíz del
pecado (cf. Gn 6,5.12; Rm 1,18-32); en la historia de Israel, el pecado se
manifiesta frecuentemente, sobre todo como una infidelidad al Dios de la
Alianza y como transgresión de la Ley de Moisés; e incluso tras la Redención de
Cristo, entre los cristianos, el pecado se manifiesta de múltiples maneras (cf.
1Co 1-6; Ap 2-3). La Escritura y la Tradición de la Iglesia no cesan de
recordar la presencia y la universalidad
del pecado en la historia del hombre: “Lo que la revelación divina nos
enseña coincide con la misma experiencia. Pues el hombre, al examinar su
corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en muchos males que no
pueden proceder de su Creador, que es bueno. Negándose con frecuencia a
reconocer a Dios como su principio, rompió además el orden debido con respecto
a su fin último y, al mismo tiempo, toda su ordenación en relación consigo
mismo, con todos los otros hombres y con todas las cosas creadas (Gaudium et spes, 13). (C.I.C 415)
"Constituido por Dios en la justicia, el hombre, sin embargo, persuadido
por el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia,
levantándose contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios"
(Gaudium et spes, 13). (C.I.C 416)
Por su pecado, Adán, en cuanto primer hombre, perdió la santidad y la justicia
originales que había recibido de Dios no solamente para él, sino para todos los
humanos. (C.I.C 417) Adán y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza
humana herida por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la
justicia originales. Esta privación es llamada "pecado original".
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