martes, 15 de mayo de 2012
Gn 12,1-4 Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré
1 El Señor dijo a
Abram: «Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te
mostraré. 2 Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu
nombre y serás una bendición. 3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al
que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra». 4 Abram
partió, como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Cuando salió
de Jarán, Abram tenía setenta y cinco años.
(C.I.C 59) Para reunir a la
humanidad dispersa, Dios elige a Abraham llamándolo "fuera de su tierra,
de su patria y de su casa" (Gn 12,1), para hacer de él
"Abraham", es decir, "el padre de una multitud de naciones"
(Gn 17,5): "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn
12,3; cf. Gal 3,8). (C.I.C 145) La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de
los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: "Por la fe,
Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y
salió sin saber a dónde iba" (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió
como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a
Sara se otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente,
Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17).
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