domingo, 6 de mayo de 2012
Gn 6,3 Porque este no es más que carne
3 Entonces el Señor dijo: «Mi espíritu no va a permanecer
activo para siempre en el hombre, porque este no es más que carne; por eso no
vivirá más de ciento veinte años».
(C.I.C 990) El
término "carne" designa al hombre en su condición de debilidad y de
mortalidad (cf. Gn 6, 3; Sal 56, 5; Is 40, 6). La "resurrección de la
carne" significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del
alma inmortal, sino que también nuestros "cuerpos mortales" (Rm 8,
11) volverán a tener vida. (C.I.C 364) El cuerpo
del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo
humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la
persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo
del Espíritu (cf. 1Co 6,19-20; 15,44-45): “Uno en cuerpo y alma, el hombre, por
su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de
tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la
libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar
la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo
bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en
el último día (Gaudium et spes, 14).
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