lunes, 14 de mayo de 2012
Gn 11,1-9 El Señor los dispersó de aquel lugar
1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las
mismas palabras. 2 Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron
una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. 3 Entonces se
dijeron unos a otros: «¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al
fuego». Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de
mezcla. 4 Después dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya
cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos
por toda la tierra». 5 Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los
hombres estaban construyendo, 6 y dijo: «Si esta es la primera obra que
realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras
formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. 7 Bajemos entonces, y una
vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros». 8
Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y
ellos dejaron de construir la ciudad. 9 Por eso se llamó Babel allí, en efecto,
el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.
(C.I.C 58) La alianza con Noé permanece en vigor mientras
dura el tiempo de las naciones (cf. Lc 21,24), hasta la proclamación universal
del Evangelio. La Biblia venera algunas grandes figuras de las
"naciones", como "Abel el justo", el rey-sacerdote
Melquisedec (cf. Gn 14,18), figura de Cristo (cf. Hb 7,3), o los justos
"Noé, Daniel y Job" (Ez 14,14). De esta manera, la Escritura expresa
qué altura de santidad pueden alcanzar los que viven según la alianza de Noé en
la espera de que Cristo "reúna en uno a todos los hijos de Dios
dispersos" (Jn 11,52). (C.I.C 59) Para reunir a la humanidad dispersa,
Dios elige a Abraham llamándolo "fuera de su tierra, de su patria y de su
casa" (Gn 12,1), para hacer de él "Abraham", es decir, "el
padre de una multitud de naciones" (Gn 17,5): "En ti serán benditas
todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Gal 3,8). (C.I.C 60) El
pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los
patriarcas, el pueblo de la elección (cf. Rom 11,28), llamado a preparar la
reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de la Iglesia (cf. Jn
11,52; 10, 16); ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos
hechos creyentes (cf. Rom 11,17-18. 24).
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