jueves, 17 de mayo de 2012
Gn 14,16-18 Melquisedec hizo traer pan y vino
16 Así Abram
recuperó todos los bienes, lo mismo que a su pariente Lot con su hacienda, las
mujeres y la gente. 17 Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los
reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de
Savé, o sea el valle del Rey. 18 Y Melquisedec, rey de Salem, que era sacerdote
de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino,
(C.I.C 1333) En el corazón de la celebración
de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo
y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria
de El, hasta su retorno glorioso, lo que él hizo la víspera de su pasión:
"Tomó pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al
convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del
pan y del vino siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el
ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino (cf. Sal 104,13-15),
fruto "del trabajo del hombre", pero antes, "fruto de la
tierra" y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia ve en en el
gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y vino" (Gn
14,18) una prefiguración de su propia ofrenda (cf. Plegaría Eucarística I o Canon Romano, 95; Misal Romano). (C.I.C 1544) Todas
las prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza encuentran su
cumplimiento en Cristo Jesús, "único […] mediador entre Dios y los
hombres" (1Tm 2,5). Melquisedec, "sacerdote del Altísimo" (Gn
14,18), es considerado por la Tradición cristiana como una prefiguración del
sacerdocio de Cristo, único "Sumo Sacerdote según el orden de
Melquisedec" (Hb 5,10; 6,20), "santo, inocente, inmaculado" (Hb
7,26), que, "mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para
siempre a los santificados" (Hb 10,14), es decir, mediante el único sacrificio
de su Cruz.
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