sábado, 12 de mayo de 2012
Gn 9,8-17 Yo establezco mi alianza con ustedes
8 Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos: 9 «Además,
yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, 10 y con todos los
seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras
salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con
todos los seres vivientes que hay en la tierra. 11 Yo estableceré mi alianza
con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del
Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra». El arco iris, signo de
la alianza 12 Dios añadió: «Este será el signo de la alianza que establezco con
ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los
tiempos futuros: 13 yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza
con la tierra. 14 Cuando cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco entre
ellas, 15 me acordaré de mi alianza con ustedes y con todos los seres
vivientes, y no volverán a precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a
los mortales. 16 Al aparecer mi arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de
mi alianza eterna con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra. 17
Este, dijo Dios a Noé, es el signo de la alianza que establecí con todos los
mortales».
(C.I.C 56) Una vez rota la unidad del género humano por el
pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a través de una
serie de etapas. La Alianza con Noé después del diluvio (cf. Gn 9, 9) expresa
el principio de la Economía divina con las "naciones", es decir con
los hombres agrupados "según sus países, cada uno según su lengua, y según
sus clanes" (Gn 10, 5; cf. 10, 20-31). (C.I.C 57) Este orden a la vez
cósmico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch
17,26-27), está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída que,
unánime en su perversidad (cf. Sb 10,5), quisiera hacer por sí misma su unidad
a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado (cf. Rom
1,18-25), el politeísmo, así como la idolatría de la nación y de su jefe son
una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta economía aún no
definitiva. (C.I.C 58) La alianza con Noé permanece en vigor mientras dura el
tiempo de las naciones (cf. Lc 21,24), hasta la proclamación universal del Evangelio.
La Biblia venera algunas grandes figuras de las "naciones", como
"Abel el justo", el rey-sacerdote Melquisedec (cf. Gn 14,18), figura
de Cristo (cf. Hb 7,3), o los justos "Noé, Daniel y Job" (Ez 14,14).
De esta manera, la Escritura expresa qué altura de santidad pueden alcanzar los
que viven según la alianza de Noé en la espera de que Cristo "reúna en uno
a todos los hijos de Dios dispersos" (Jn 11,52).
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