martes, 23 de septiembre de 2008

Lc 18, 14 Les aseguro que volvió a su casa justificado

(Lc 18, 14) Les aseguro que volvió a su casa justificado
[14] Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».
(C.I.C 2613) San Lucas nos ha trasmitido tres parábolas principales sobre la oración: La primera, "el amigo importuno" (cf. Lc 11, 5-13), invita a una oración insistente: "Llamad y se os abrirá". Al que ora así, el Padre del cielo "le dará todo lo que necesite", y sobre todo el Espíritu Santo que contiene todos los dones. La segunda, "la viuda importuna" (cf. Lc 18, 1-8), está centrada en una de las cualidades de la oración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe. "Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?" La tercera parábola, "el fariseo y el publicano" (cf. Lc 18, 9-14), se refiere a la humildad del corazón que ora. "Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador". La Iglesia no cesa de hacer suya esta oración: "¡Kyrie eleison!". (C.I.C 2649) La oración de alabanza, totalmente desinteresada, se dirige a Dios; canta para Él y le da gloria no sólo por lo que ha hecho sino porque ÉL ES.

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