sábado, 20 de septiembre de 2008
Lc 17, 22-27 El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho
(Lc 17, 22-27) El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho
[22] Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. [23] Les dirán: “Está aquí” o “Está allí”, pero no corran a buscarlo. [24] Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. [25] Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación. [26] En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. [27] La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
(C.I.C 889) Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los apóstoles, Cristo, que es la Verdad, quiso conferir a su Iglesia una participación en su propia infalibilidad. Por medio del "sentido sobrenatural de la fe", el Pueblo de Dios "se une indefectiblemente a la fe", bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia (Lumen gentium, 12; cf. Dei Verbum, 10). (C.I.C 294) La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. Hacer de nosotros "hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef 1,5-6): "Porque la gloria de Dios es que el hombre viva, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios" (S. Ireneo, Adversus haereses 4, 20, 7). El fin último de la creación es que Dios, "Creador de todos los seres, se haga por fin ‘todo en todas las cosas’ (1Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad" (Ad gentes, 2).
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