domingo, 14 de septiembre de 2008
Lc 16, 9-13 No se puede servir a Dios y al Dinero
(Lc 16, 9-13) No se puede servir a Dios y al Dinero
[9] Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. [10] El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. [11] Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? [12] Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? [13] Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero».
(C.I.C 2112) El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los ‘ídolos, oro y plata, obra de las manos de los hombres’, que ‘tienen boca y no hablan, ojos y no ven’. Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: ‘Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza’ (Sal 115, 4-5. 8; cf. Is 44, 9-20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15. 19). Dios, por el contrario, es el ‘Dios vivo’ (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e interviene en la historia. (C.I.C 2113) La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. ‘No podéis servir a Dios y al dinero’, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a ‘la Bestia’ (cf. Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina divina(cf. Gál 5, 20; Ef 5, 5). (C.I.C 2424) Una teoría que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos. Es una de las causas de los numerosos conflictos que perturban el orden social (cf. Gaudium e spes, 63; Laborem exercens, 7; Centesimus annus, 35). Un sistema que ‘sacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la organización colectiva de la producción’ es contrario a la dignidad del hombre (Gaudium e spes, 65). Toda práctica que reduce a las personas a no ser más que medios con vistas al lucro esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a difundir el ateísmo. ‘No podéis servir a Dios y al dinero’ (Mt 6, 24; Lc 16, 13).
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