lunes, 1 de septiembre de 2008
Lc 12, 13-14 ¿Quién me ha constituido juez o árbitro?
(Lc 12, 13-14) ¿Quién me ha constituido juez o árbitro?
[13] Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia». [14] Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?».
(C.I.C 549) Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6, 5-15), de la injusticia (cf. Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt 11,5), Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo (cf. Lc 12, 13. 14; Jn 18, 36), sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (cf. Jn 8, 34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas. (C.I.C 360) Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios "creó […] de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17, 26; cf. Tb 8, 6): “Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios [...]: en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; [...] en la unidad de su rescate realizado para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus; cf. Nostra aetate, 1).
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