lunes, 9 de junio de 2008
Mc 14, 43-52 Entonces todos lo abandonaron y huyeron
(Mc 14, 43-52) Entonces todos lo abandonaron y huyeron
[43] Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. [44] El traidor les había dado esta señal: «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado». [45] Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro», y lo besó. [46] Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. [47] Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. [48] Jesús les dijo: «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. [49] Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras». [50] Entonces todos lo abandonaron y huyeron. [51] Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; [52] pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
(C.I.C 409) Esta situación dramática del mundo que "todo entero yace en poder del maligno" (1Jn 5,19; cf. 1P 5,8), hace de la vida del hombre un combate: “A través de toda la historia del hombre se extiend e una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (Gaudium et spes, 37).
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