domingo, 22 de junio de 2008

Lc 2, 51-52 Él regresó con sus padres y vivía sujeto

(Lc 2, 51-52) Él regresó con sus padres y vivía sujeto
[51] Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. [52] Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
(C.I.C 967) Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia" (Lumen gentium, 53), incluso constituye "la figura" [typus] de la Iglesia (Lumen gentium, 63). (C.I.C 968) Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. "Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia" (Lumen gentium, 61). (C.I.C 532) Con la sumisión a su madre, y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y a María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: "No se haga mi voluntad..." (Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inaugurada ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido (cf. Rm 5, 19).

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