sábado, 28 de junio de 2008
Lc 4, 28-30 Pero Jesús continuó su camino
(Lc 4, 28-30) Pero Jesús continuó su camino
[28] Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron [29] y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. [30] Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
(C.I.C 169) La salvación viene sólo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: PL 62, 11). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe. (C.I.C 170) No creemos en las fórmulas, sino en las realidades que estas expresan y que la fe nos permite "tocar". "El acto [de fe] del creyente no se detiene en el enunciado, sino en la realidad [enunciada]" (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae 2-2, 1, 2, ad 2). Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad, asimilarla y vivir de ella cada vez más.
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