lunes, 30 de junio de 2008
Lc 4, 42 Querían retenerlo para que no se alejara
(Lc 4, 42) Querían retenerlo para que no se alejara
[42] Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
(C.I.C 44) El hombre es por naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vínculo con Dios. (C.I.C 45) El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra su dicha."Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá ya para mi penas ni pruebas, y mi vida, toda llena de ti, será plena" (S. Agustín, Confessiones 10, 28, 39: PL 32, 795). (C.I.C 46) Cuando el hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede alcanzar a certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo. (C.I.C 47) La Iglesia enseña que el Dios único y verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la razón humana (Concilio Vaticano I: DS 3026). (C.I.C 48) Nosotros podemos realmente nombrar a Dios partiendo de las múltiples perfecciones de las criaturas, semejanzas del Dios infinitamente perfecto, aunque nuestro lenguaje limitado no agote su misterio. (C.I.C 43) Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que "entre el Creador y la criatura no se puede señalar una semejanza tal que la diferencia entre ellos no sea mayor todavía" (Concilio Lateranense IV: DS 806), y que "nosotros no podemos captar de Dios lo que él es, sino solamente lo que no es, y cómo los otros seres se sitúan con relación a él" (S. Tomás de Aquino, Summa contra gentiles, 1, 30).
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