viernes, 30 de marzo de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 290.
(Respuesta
YouCat) Cristo quiere que nosotros, «liberados para la libertad » (Gal 5,1)
seamos capaces de amar fraternalmente. Por eso nos da el Espíritu Santo, que
nos hace libres e independientes de los poderes de este mundo, y nos fortalece
para una vida de amor y de responsabilidad.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1748)
“Para ser libres nos libertó Cristo” (Ga 5, 1). (C.I.C 1739) Libertad y
pecado. La libertad del hombre es finita y falible. De hecho el hombre
erró. Libremente pecó. Al rechazar el proyecto del amor de Dios, se engañó a sí
mismo y se hizo esclavo del pecado. Esta primera alienación engendró una
multitud de alienaciones. La historia de la humanidad, desde sus orígenes,
atestigua desgracias y opresiones nacidas del corazón del hombre a consecuencia
de un mal uso de la libertad.
Para meditar
(Comentario YouCat) Cuanto más
pecamos, tanto más pensamos sólo en nosotros mismos, tanto peor podemos
desarrollarnos libremente.En el pecado nos volvemos además inútiles para hacer
el bien y vivir el amor. El Espíritu Santo, que ha sido derramado en nuestros
corazones, nos concede un corazón lleno de amor a Dios y a los hombres.
Percibimos al Espíritu Santo como el poder que nos conduce a la libertad
interior, que nos abre al amor y que nos hace instrumentos cada vez mejores
para el bien y el amor.
(Comentario CIC) (C.I.C 1740) Amenazas para la libertad. El ejercicio
de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa. Es falso
concebir al hombre ‘sujeto de esa libertad como un individuo autosuficiente que
busca la satisfacción de su interés propio en el goce de los bienes terrenales’
(Libertatis conscientia, 13). Por
otra parte, las condiciones de orden económico y social, político y cultural
requeridas para un justo ejercicio de la libertad son, con demasiada
frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de
injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los
débiles en la tentación de pecar contra la caridad. Al apartarse de la ley
moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo,
rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina.
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